La telera
viernes, mayo 16, 2014
Iba todos los días a la misma hora a comprar el pan con sus labios gordos de telera, sus ojos redondos y negros, con aire de ver poco la ducha y el baño, pues no iba ni aseada ni limpia ni sucia. Con ropa poco reciente, más bien oscura, aunque eso no le hacía perder su aire simpático de fémina. Un pelo poco peinado, casi recogido y suelto, no se sabía. Moreno, ni liso ni rizo, tampoco peinado que al verla no se acordaba uno del peine; pero no le hacía falta. Reía enseñado sus blancos y grandes dientes, de risa llena; aunque uno no sabía de qué. Cuando andaba dejaba caer la boca como si hiciese calor. Tenía cara de sorpresa; como si todas las cosas, o muchas, la sorprendieran. No sé si gratamente o sin comprender. Aunque sí parecía gratamente dispuesta, aunque tranquila. Pasaba siempre a la misma hora por los mismos sitios sin reloj. No llevaba prisa pero era puntual. Nunca me fijé en sus píes; pero sin duda eran pequeños. No sé -por la hora- qué más decir sobre aquella boca abierta.
Carlos del Puente
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